El simple gesto de abrir los periódicos cada mañana para ver como va la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria se ha convertido día tras día en una pequeña tortura. Les confieso, no obstante, que es un sufrimiento voluntario por que obviamente nada ni nadie me obliga a ello, más allá de mi interés por estar informada y sacar mis propias conclusiones, que el lector juzgará acertadas o no.
Siga leyendo aquí